Las materias primas viven un despertar tras la pandemia, ¿pero qué se puede esperar en los años venideros?
En el primer semestre de 2020, se temía mucho que los movimientos de bloqueo y la reducción del crecimiento económico en todo el mundo provocaran una caída de los precios de las materias primas.
Pero tras la conmoción inicial, se observó lo contrario: los precios empezaron a subir con una mayor demanda mundial de materias primas tras el periodo más duro de la pandemia.
Pese a las interrupciones de la cadena de suministro, las medidas de aislamiento social y las restricciones a la exportación de algunos países, el comercio internacional de materias primas se mantuvo firme y acalorado. En agricultura, hubo una gran demanda en los países emergentes, especialmente China y otros países asiáticos.
Las restricciones a la producción y la escasez de mano de obra aumentaron a su vez los costes de transporte y distribución, lo que se tradujo en subidas del precio del combustible.
La pronta recuperación de las principales economías, con la aceleración de la vacunación masiva y la reducción de las medidas de bloqueo, también impulsó la demanda de alimentos, ya que los países estaban preocupados por garantizar la seguridad alimentaria de sus habitantes.
Todos estos movimientos, sumados a las malas cosechas, la peste porcina en China y otros factores sorpresa, culminaron en el reciente pico de marzo de 2022, cuando los precios se situaron un 59% por encima del valor base del indicador (media de 2014-2016) y un 72% por encima de abril de 2020.
¿Quién paga la cuenta?
Sin embargo, no todo lo que se ha cosechado es positivo. El auge de las materias primas también ha revelado puntos débiles en la cadena que son delicados y deben afrontarse como retos.
Uno de ellos es el aumento de los precios reales de los productos básicos y el impacto inflacionista de los alimentos y bebidas que afecta a las poblaciones más frágiles, especialmente al gran número de mexicanos que sufren inseguridad alimentaria, tras las pérdidas de ingresos y empleo en la pandemia.
Y los retos no acaban ahí. No se trata sólo de garantizar la seguridad alimentaria y controlar la inflación. Los consumidores de hoy esperan que sus alimentos y bebidas lleguen a la mesa con ingredientes sanos y producidos de forma sostenible por empresas que compartan sus valores.
Productos innovadores para nuevos consumidores
Los impactos que la producción a gran escala ha traído al planeta ya no pasan desapercibidos para los consumidores, cada vez más informados y conectados con todos los procesos de su cadena de consumo, especialmente con el propio inicio.
La agenda ESG (Environmental, Social and Governance) es un camino sin retorno, tanto para los consumidores como para los productores, tendiendo un puente entre las empresas productoras y los productos en las estanterías, y los inversores.
Las buenas prácticas medioambientales, sociales y de gobernanza medidas por ESG se han convertido en indispensables en todo el mundo e irrevocables para esta generación que da prioridad a las empresas responsables con la sociedad y el medio ambiente.
Varios sectores de este mercado ya se están adaptando a estas nuevas exigencias, lo que implica la implantación de nuevas tecnologías. Sistemas capaces de conseguir la trazabilidad de toda la cadena de suministro directa e indirecta, que garanticen actores libres de prácticas ilegales, deforestación, maltrato animal, condiciones laborales precarias y otros, se han convertido en imprescindibles en las empresas que quieren implantarse y comunicarse como marcas sostenibles y alineadas con el nuevo consumo.
¿Hasta dónde llega el boom?
Desaceleración debería ser la palabra para definir el panorama general de 2023 y del futuro próximo, pero aún con un buen optimismo. Desde el pico de marzo de 2022, los precios han ido bajando, dada la buena recuperación de la oferta en algunos países y las políticas locales adoptadas para contener la subida de precios.
Con las cuestiones de seguridad alimentaria y energética cobrando impulso, tenemos la oportunidad para los productores de reorganizar sus cadenas de suministro para satisfacer las nuevas necesidades de los consumidores, con México en el punto de mira de la oferta y con la sostenibilidad en la vanguardia de los proyectos.